A la hora de emprender, una de las decisiones más importantes que deberás tomar es si comenzar tu actividad como autónomo o constituir una sociedad. Esta elección tiene implicaciones fiscales, contables y legales que afectarán directamente a tu negocio.
Autónomo: simplicidad y rapidez
Ser autónomo es la forma más sencilla de iniciar una actividad económica. El alta es rápida, los costes iniciales son bajos y la gestión contable es menos compleja. Sin embargo, también asumirás la responsabilidad total con tu patrimonio personal y pagarás impuestos según los tramos del IRPF.
Sociedad: más protección y proyección
Crear una sociedad limitada (SL) implica más trámites iniciales y una mayor carga administrativa, pero también ofrece ventajas: responsabilidad limitada al capital aportado, posibilidad de acceder a más financiación y una imagen más sólida frente a clientes y proveedores. Fiscalmente, tributarás a través del Impuesto de Sociedades, lo que puede ser más ventajoso a partir de ciertos ingresos.
¿Cuál es la mejor opción para ti?
Depende de tu volumen de ingresos, tipo de actividad, necesidad de inversión y previsión de crecimiento. En Asesoría Ochoa analizamos tu caso y te guiamos en la mejor decisión jurídica y fiscal para tu negocio.